| Descripción |
Gabriele Basilico es uno de los testigos con que cuenta nuestro tiempo y sus afanes, las historias particulares, nacionales y globales. Ha hecho de la aplicación de técnicas de retrato a las arquitecturas de las ciudades una estrategia para revelar el carácter contradictorio de sus signos: los lugares de choque urbanístico y estético, funcional o monumental, aparecen como fallas de las que emanan los vapores volcánicos de los conflictos y ajustes sociales en el último medio siglo.
Está fotografía se titula "Istanbul" 05 B2-22-4, nombre-referencia casi de catálogo científico, donde parece especificar que fue tomada en la ciudad turca en 2005. Se trata de una imagen de gran formato en un intenso gris mineral que revela las intenciones del italiano. Desde un ángulo de sutil contrapicado aparece un edificio en chaflán partiendo una calle en dos. A los lados, otros edificios delimitan las vías que se abren y a lo lejos algún que otro más y la ciudad perdiéndose en su bucle de construcción y destrucción acumuladas. La paradoja comienza a desplegarse como un choque con la idea previa sobre un sitio como Estambul, que aparece aquí con el aspecto propio de cualquier lugar de una ciudad de las provincias del mundo global, anodino y extrarradial. Lo elegido de entre muchos aspectos de un conjunto, de ese cuerpo que es la edificación, aparece como algo común, corriente, inasible por un discurso identitario. ¿Es eso Estambul? Podría ser Gijón, Lille, el mismo Milán. La cuidadosa selección del motivo no encierra dudas: Basilico parte de la desmitificación del contexto estético de la ciudad concreta y sus atribuciones simbólicas para provocar una ruptura con lo anecdótico justamente a partir del detalle anónimo, de lo no emblemático. El distanciamiento con lo documental tiene lugar precisamente gracias a la objetividad del encuadre unido a ese filtro íntimo usado al elegir la localización.
Con todo, en la mirada puede apreciarse cierto sentimentalismo que quizá también torna singular lo anodino. La elección del motivo y el punto de vista desde el que éste se registra marcan el diálogo con la estampa urbana que, igual que un retrato, supone una elaboración en la que entran en contacto la intrahistoria, la intimidad, la psicología del retratado y la capacidad de expresar lo común, lo colectivo. Esto es una invitación a volver a mirar nuestro ámbito, a aprender y a enamorarse de mirar. Y lo es mucho menos a elaborar nuevos aspectos de una crítica del espacio que nos constituye como comunidad o civilización global, que a poner a cero el pensamiento sobre lo que somos. (Abel H. Pozuelo, Catálogo CA2M, 2010).
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